Alguna gente me comenta, a veces, que no se preocupa por su futuro, que no piensan nunca en lo que podría sucederles o en lo que les gustaría que estuviera escrito en sus destinos. Es más, muchas de esas personas ni siquiera creen en la existencia del destino escrito en algún sitio. Creencias aparte, no concibo que no se paren un segundo a dibujar su futuro en sus mentes, aunque sea a modo de borrador y por unos instantes.Yo soy de las del Carpe Diem. Si hay algo que se deba vivir, tiene que ser YA. No se sabe si dentro de un segundo podré seguir teniendo la posibilidad de vivirlo. Pero eso no quiere decir que no piense en lo que hay más allá. No, no, no... no pienso en reencarnación, vidas espirituales ni nada así. Hace unos minutos me decía un "nuevo amigo" que le gustaría tener una máquina del tiempo para saber cómo estaremos dentro de dos años. ¿Habrá "dentro de dos años"? Es decir, ahora mismo veo clarísimo que le diré a ese nuevo amigo, dentro de dos años, todas las cosas que me pasan, igual que se las estoy diciendo ahora; pero... la vida es un entramado de caminos que a veces van paralelos, otras se separan, se cruzan o no se vuelven a juntar jamás. Por eso, me gusta aprovechar lo que tengo ahora, aferrarme a ello con fuerza por si en el futuro sólo puedo vivir de estos recuerdos.
Hace un ratito, estaba en la cama mirando las estrellas _ falsas estrellas repartidas por el techo de mi habitación que se iluminan en la oscuridad_ (No soy tan afortunada como para dormir bajo el cielo estrellado. En mi ciudad, incluso, es difícil ver una noche estrellada con nitidez.) reflexionando sobre el modo en que cambia la vida de una persona en unos instantes. También pensaba en la capacidad que tenemos para hacer que la vida de otra persona cambie. Cómo es posible que podamos ejercer tanto poder sobre los demás, provocando sonrisas, llantos, tomas de decisiones arriesgadas, haciendo que sus vidas se dirijan por uno y otro camino dependiendo de lo que digamos o hagamos. Es verdad que es un halago que una persona quiera acercar su camino al tuyo, construir sus rutas en paralelo o cerrar los ojos ante un cruce pensando sólo en dónde estarás tú... pero, ¿no es esto demasiado egoísta por nuestra parte? ¿no es suficiente vivir la vida de un@ mism@ como para tener, además, la capacidad de condicionar la de otra persona?
Durante estos años, he caminado sola, acompañada, en paralelo... ¡hasta han invadido mi carril! Hace unos meses me senté en la cuneta a descansar apoyando los codos en mis rodillas intentando decidir qué hacer... y estando allí, alguien ha llegado a decirme que su camino pasaba justo por delante. Me había visto un poco desconcertada y me preguntaba si podía ser mi compañero de viaje. Los caminos iban separados, se pusieron en paralelo, se cruzaron y ahora pasan por debajo de puentes, atraviesan ríos, se adentran en túneles... Yo no sé si será justo o no que el camino de otra persona influya en el recorrido de otro y aunque estemos asegurados a todo riesgo, el viaje por carretera puede ser peligroso, pero sé que si merece la pena fundirse en un único carril y hacerlo de dirección única, es por tí, porque dejo que vengas a elegir conmigo por dónde vamos a hacer el recorrido.