domingo, noviembre 30, 2008,20:58
The Power of Attraction

Pocas veces sabemos el efecto que producen nuestras palabras y actos en las demás personas. Es más, muy poquitas veces nos lo hacen saber. Si malo es hacer daño sin saberlo, igual de malo es ser especial para alguien y no saberlo tampoco. Y es que las personas cambiamos de categoría a nuestras compañías para la vida por esas pequeñas aportaciones diarias o esporádicas.
Echa la vista atrás por un segundo y piensa en lo que creías que duraría aquella relación y cómo se fue como el humo. Recuerda aquella malísima impresión que tuviste al encontrarte por primera vez con quien ahora es imprescindible en tu vida. Nada es como parecía que sería y es ahí donde reside la magia de las relaciones humanas. Es cierto que existen relaciones condenadas al fracaso, otras que parece que estén predestinadas a sobrevivir, algunas que no están bien vistas y por eso ni siquiera se intentan, pero todas ellas son sorprendentes por sus resultados si las analizamos pasado el tiempo.
Pero existe la excepción (siempre hay una excepción…) Existe aquella relación que la consideras sana, duradera y con buen fin desde el principio. Es como un sexto sentido que te dice que algo sucederá cuando está todavía a kilómetros de distancia y sin indicios. Y, poco a poco, vas cambiando la categoría de esa persona debido a sus actos, y a sus palabras y sólo te queda desear que tú también ascenderás en ese ranking de la amistad. Probablemente lo hagas, pero no lo sabrás. Es ahí donde viene el mal (no siempre menor) del silencio. Decimos tan poco (o nada) de lo bueno que pensamos de los demás… Valientes para criticar y cobardes para amar. Por eso, sienta tan bien oír o leer al prójimo que somos especiales, que nos agradecen nuestras palabras y actos.

Pocas veces sabemos el efecto que producen nuestras palabras y actos en las demás personas. Es más, muy poquitas veces nos lo hacen saber.

Pero, tú sí sabes cómo. Gracias por tus soplos de cariño.
 
escrito por Zirta
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